Madrid recupera la popular 'Montaña de los Gatos' de El Retiro veinte años después de su cierre, incluidas las cascadas, una vez solucionados los problemas de filtraciones de agua que motivaron su clausura en 2004.
La ciudad de Madrid acaba de recuperar uno de los tesoros históricos más populares de los Jardines del Buen Retiro: la montaña artificial levantada en el siglo XIX por el rey Fernando VII, conocida como la 'Montaña de los Gatos' por haber sido en el pasado espacio habitual para las colonias de felinos que poblaban este enclave de la capital.
Ahora, tras ocho meses de trabajos y una inversión de 2,1 millones de euros por parte del Ayuntamiento de Madrid, ha recobrado su esencia original y tanto madrileños como turistas podrán volver a visitar este espacio, que permanecía cerrado al público desde hace dos décadas.
El Consistorio ha restaurado tanto las cascadas, como el itinerario interior. Además durante las obras se ha dado con el hallazgo de un viaje de agua que conducía a una noria anterior al parque.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, acompañado por el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, ha destacado que, "veinte años después, El Retiro recupera uno de sus lugares más icónicos, la Montaña de los Gatos".
"Ha estado veinte años cerrada en este enclave privilegiado, pero los madrileños van a poder disfrutar en el parque del Retiro de una Montaña completamente reformada, rehabilitada, con un paisajismo que se ha recuperado, con la posibilidad de acceder a su interior y a un espacio expositivo, con diversas galerías y restos arqueológicos", ha indicado el primer edil.
Martínez-Almeida no ha obviado que la Montaña de los Gatos se encontraba "en un estado muy complicado", pero el equipo de Gobierno "entendió que era una obra que complementaba un lugar como el Parque del Retiro, Patrimonio de la Humanidad, Paisaje de la Luz, lugar de esparcimiento de todos los madrileños, pulmón verde".
El alcalde ha recordado que la Montaña de los Gatos "fue realizada por los franceses, puesto que se trataba de un fortín durante la Guerra de Independencia y que, posteriormente, Fernando VII transformó. Ahora, veinte años después de su cierre, se recupera" para el disfrute de los madrileños.
Exposición temporal
Con su reapertura, los visitantes podrán disfrutar del conjunto de la zona ajardinada y de la estructura exterior reformada, además de una muestra que acogerá, desde este mismo miércoles, el espacio abovedado interior.
Esta exposición temporal permitirá conocer la historia de la Montaña de los Gatos, así como el detalle de los trabajos que se han llevado a cabo para su recuperación integral. Estará abierta de 11.00 a 13.00 horas y de 18.00 a 20.00 horas.
El interior de la montaña consta de un espacio abovedado de planta circular abierto con un óculo superior del que nacen cuatro galerías que discurren por el interior del cerro artificial. El primero de estos pasillos, dispuesto en el eje perpendicular a la calle de O'Donnell, hace las veces de acceso. Los otros tres nacen desde el espacio interior, avanzan bajo la montaña en direcciones opuestas hacia los estanques del perímetro en busca de la caída de agua de las cascadas exteriores.
Acabar con las humedades
Uno de los objetivos prioritarios que estos trabajos ha sido el tratamiento y la eliminación de las humedades por filtraciones registradas en el interior de la sala y en la bóveda.
Para ello, se ha mejorado su cubrimiento, teniendo en cuenta que en el momento de su construcción fue 'enterrada' con tierra y vegetación para crear sobre ella la montaña artificial, ha explicado el Ayuntamiento. En lo que afecta a la bóveda, se ha respetado la construcción original, lo que ha implicado mantener su volumen, de 14 metros de diámetro y 11 metros de altura.
La montaña cuenta con una serie de pequeños senderos ajardinados ascendentes, rodeados perimetralmente de un conjunto de estanques sobre los que vierten tres cascadas artificiales, dotadas de un sistema hidráulico de recirculación.
En este punto, se han recuperado las cascadas y las láminas de agua, al tiempo que se ha llevado a cabo una adaptación de las zonas arbustivas y del patrimonio vegetal. Dentro del propósito de devolver el espíritu original a este espacio, además de la estructura también se ha restaurado el trazado interior de la montaña y se ha renovado el firme de los caminos que integran el recorrido.
En lo que concierne a los elementos patrimoniales del conjunto, se han consolidado y revalorizado y se ha procedido a la renovación de las instalaciones de iluminación y de la red de riego, que se ha adaptado a la nueva vegetación.
Hallazgos arqueológicos
Al margen de los trabajos de recuperación, durante la realización de estas obras se han producido hallazgos arqueológicos, en concreto, se ha encontrado un viaje de agua (conformaban el sistema utilizado hasta mediados del siglo XIX en Madrid para su distribución), que conducía a una noria, anterior a la construcción del parque.
Los restos arqueológicos hallados van a quedar a la vista de los visitantes, a través de una pantalla de cristal. También han aparecido los contrafuertes originales que han sujetado la bóveda desde su construcción y parte de ellos permanecerán descubiertos a partir de ahora, con el fin de que puedan ser contemplados por el visitante.
Cerrado desde 2004
Fue en 2002 cuando el espacio abovedado interior de la montaña acogió su última exposición. Desde entonces, no había tenido ningún uso, ni se ha permitido el acceso, debido a los riesgos detectados en su seguridad.
De hecho, en 2004 comenzaron a registrarse desprendimientos en su interior. Se cerró entonces la zona reservada a las exposiciones. Entre ese mismo año y 2005 se procedió al vallado de todo el conjunto.
Un estudio realizado por la Dirección General de Gestión del Agua y Zonas Verdes llegó a la conclusión de que la instalación no era segura para el acceso del público. La razón estaba en unas filtraciones de agua que se producían en su interior.
Coincidiendo con el 150 aniversario del Retiro, se convocó, en 2018, un concurso público para la rehabilitación del espacio. Este proceso quedó desierto, hasta que en mayo del pasado año el Gobierno municipal autorizó en Junta de Gobierno un contrato para la ejecución de las obras, que arrancaron en octubre y ahora han finalizado.
Un capricho de Fernando VII
Esta montaña artificial fue levantada, en el siglo XIX, por el rey Fernando VII. Popularmente, ha sido conocida como la 'Montaña de los Gatos', por haber sido en el pasado espacio habitual para las colonias de felinos que poblaban este punto de la ciudad.
Situada junto a la confluencia de la calle de O'Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo, la montaña fue concebida como un capricho de jardín de carácter arquitectónico, aunque el principal uso que se le dio, hasta su cierre, fue el de sala de exposiciones.
La Montaña Artificial es uno de los caprichos de Fernando VII promovido en el Reservado del Parque del Retiro, la zona que delimitó para su real disfrute y el de su familia, sin acceso público.
Las obras se iniciaron en 1817. Fue nombrado director de este jardín romántico Bernardino Berogán, incluyéndose en su perímetro esta montaña cubierta de vegetación diversa y coronada su cima por un templete, ya desaparecido, que servía de observatorio. Este templete, de rasgos orientales estaba configurado por tres torres, una central de planta octogonal y dos cilíndricas en los extremos, unidas por una arquería.
La parcela en la que se levantó se extiende desde la esquina noreste de los jardines, en la entrada de la Puerta de O’Donnell, hasta los parterres colindantes y la Casita del Pescador. Berogán proyectó otras edificaciones en el parque, construidas por el arquitecto real Isidro González Velázquez, como la propia Casita del Pescador, la Casa del Contrabandista, la Casa del Pobre, la Casa Rústica, la Pajarera, la Casa de Fieras o el Embarcadero del Estanque Grande.
La ría y el estanque que se encuentran a sus pies, originariamente contaron con peces y gansos, y la parte superior de la cascada estaba coronada por la cabeza de un león de yeso.
Esta construcción fue bautizada por los madrileños de la época de diferentes formas: la Montaña Rusa, el Tintero, por la forma que tenía vista desde lejos, o de los Gatos, ya que durante un tiempo era el lugar en el que la gente se deshacía de sus gatos, convirtiéndose en hogar de los felinos callejeros.